Nuestros destinatarios son todos hombres y mujeres desesperanzados y golpeados por la cultura de muerte que invade a nuestro pueblo, preferencialmente a los que se encuentran en absoluto abandono y extrema pobreza: adictos, prostitutas, homosexuales, enfermos infectocontagiosos, ancianos abandonados, niños repudiados, etc. Como un imperativo nos hacemos presentes en los desastres naturales o provocados por el hombre.
Estamos a la vanguardia Respondiendo a las necesidades según los signos de los tiempos al estilo de Jesucristo el Buen Pastor. Cada Misionero de Cristo Resucitado está llamado a contemplar en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo.
Por lo tanto, nos encarnamos entre los pobres, con los más pobres, para responder a los signos de los tiempos siendo promotores de Vida.